El ataque ante la causa perdida
¬ Claudia Rodríguez lunes 17, Oct 2011Acta Pública
Claudia Rodríguez
Sí, vivir con un vecino molesto puede ser un gran problema, si es que no tenemos autonomía para poner límites. De lo contrario, el vecino puede ser neutralizado con autoridad y haciéndole ver que lo que el exige, es lo mismo que debe dar. Difícil, sí, pero no imposible.
Es cierto que la vecindad geopolítica con una potencia mundial que ha defendido tal con una fuerza militar impresionante como lo Estados Unidos, no se comparará nunca con la inmediatez de una casa a otra, pero lo cierto es que muchas veces aplicamos a nuestro vecino de cualquier orden, el ataque cuando hemos perdido la causa que defendíamos o enarbolábamos.
Así es como ahora el señor Felipe Calderón, a poco más de un año de terminar su administración, es que trata frente a los medios de comunicación a nuestros poderosísimos vecinos contiguos del norte, quienes mucho le prometieron y que al final y como siempre, sólo aplican y aplicarán reglas y estrategias para su conveniencia. Si algo nos llega a beneficiar a los mexicanos de las políticas estadounidenses, no es porque ellos procuren nuestro bienestar, ni siquiera por rebote circunstancial, todo está calculado a su favor.
Es por eso, que desde finales del 2010 en donde ya la sucesión presidencial estaba muy adelantada por tantos apuntados de distintos partidos, pero sobre todo del Partido Acción Nacional (PAN), en el que milita el señor Calderón, uno de los tantos cables publicados por la famosa página de Wikileaks sobre México, desató públicamente la ira del principal inquilino de Los Pinos.
El cable es cuestión, revelaba que las autoridades estadunidenses advertían claramente como el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ganaba terreno a través de lo que ahí se enunciaba como “estrategia de pragmatismo político”.
El documento de Wikileaks número 00000083 y con clasificación de secreto, advertía sobre el índice de aprobación de Calderón quien aún se encontraba en los terrenos del 50 por ciento -no por los resultados-, sino por la campaña mediática en contra del crimen organizado. A la vez, se señalaba que el PRI iba colocándose poco a poco como favorito frente a las elecciones presidenciales del 2012 y que cada vez ganaría más terreno ante la nula probabilidad de apoyar cualquier reforma lanzada desde el Ejecutivo.
Ya desde entonces, Calderón apuntó su rabia contra los estadunidenses y su primer blanco fue el ex embajador Carlos Pascual, quien al final fue removido, pero no precisamente por el berrinche del Presidente, sino porque al gobierno de Barack Obama convenía limitar esa interlocución y direccionarla nada más y nada menos que con las secretaria de Estado, Hilary Clinton y la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano.
Hace unos días apenas, el señor Felipe Calderón dijo que Estados Unidos como país, es un “vecino difícil” para convivir por su alto consumo de drogas y por sus elevados niveles de exportación de armas y el sábado anterior, en una entrevista para The New York Times, también habló de un vecino político, el PRI. De este último dijo así: que un sector de los priistas piensan que un arreglo con el narcotráfico podría funcionar para disminuir la violencia. O sea, pactar con el crimen. Advertencia que suena a acusación y que muestra que dado que en su equipo no puede poner orden, lo mejor es arremeterla contra el vecino o cualquiera que se ponga en su mira.
Recordemos, Calderón cree que quien no piensa como él, está en su contra.
Acta Divina… El presidente Felipe Calderón señaló en entrevista con The New York Times lo siguiente: “hay muchos en el PRI que piensan que los arreglos del pasado (con el crimen organizado) podrían funcionar ahora. Yo no veo cómo pueda lograrse un arreglo, pero es una mentalidad que muchos de ellos tienen. Si esa opinión prevalece esto me preocuparía”.